El Centro Cultural Federal fue escenario anoche de la presentación de la muestra fotográfica “Willy, mis Desafíos”, del fotógrafo pilarense Eduardo Gómez, que cuenta la historia de Virgilio Ernesto Ríos, quien dejó atrás un pasado de pobreza extrema, marginalidad y adicciones por un presente de deporte, arte y ejemplo para muchos.
Hoy, decidido a llamarse Willy y con el objetivo de triunfar en la ópera, la figura de este vecino de Presidente Derqui se distingue en cada foto disparada por Eduardo Gómez como un símbolo de superación y resiliencia. Con esa estremecedora sencillez, el protagonista de esta historia define: «Hay que superar todos los obstáculos, y vivir etapas nuevas».
A los 16 años -hoy tiene 48- , mientras trabajaba como vendedor ambulante para contribuir con su hogar, Willy cayó a las vías y el tren le quitó sus manos. Desde entonces, su vida fue un derrotero de tenacidad, voluntad y un espíritu positivo inquebrantable.
Sostenido por los cuidados de Rosa, su mamá, y por la fe -es activo impulsor de una iglesia evangélica en el barrio La Escondida- Willy empezó a salir a flote tras tocar fondo y su nueva vida quedó inmortalizada en «Willy, mis desafíos», la muestra del prestigioso fotógrafo pilarense.
Así, Gómez expresó: «Conocí esta historia y me conmovió, creí que necesitaba ser contada. Le agradezco tanto a él como a su madre todo el tiempo que me permitieron compartir con ellos, aceptar las locuras de fotos que les proponía hacer, así durante casi un año y medio».
Más allá del rol estético y artístico, la muestra cobra una alta relevancia testimonial. Desde lo simbólico, la instantánea titulada «Cuidados Maternos», en la que se observa a la madre de Willy lavándole la cabeza, sintetiza en una sola imagen el sentido de toda la serie. La foto obtuvo el Gran Premio en el Salón Cóndor de la Federación Argentina de Fotografía y una mención especial en el Salón Internacional F2, ambas en 2018.
Al cierre de la presentación, el protagonista de la noche se llevó un aplauso cerrado por su interpretación de un aria de ópera, pero sobre todo, el reconocimiento de todos por ser un auténtico luchador, sobreponiéndose a todos los obstáculos.
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