Covid-19: la lactancia materna no debe suspenderse ante un eventual contagio

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Cerca de 170 países en todo el mundo celebran, del 1 al 7 de agosto, la “Semana Mundial de la Lactancia Materna”, en conmemoración de la Declaración de Innocenti formulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF en 1990, con el fin de proteger y respaldar la lactancia materna.

La lactancia materna, exclusiva durante los 6 primeros meses y hasta los dos años con alimentos naturales, resulta fundamental para la salud y el desarrollo de los niños, especialmente durante los primeros 1.000 días de vida. Estudios biológicos y epidemiológicos muestran que la decisión de amamantar tiene efectos muy importantes sobre la nutrición, el desarrollo neurocognitivo y la salud, del niño y su madre.

En el marco de la pandemia por Covid-19, la OMS recomienda no suspender la lactancia materna, ni separar a los recién nacidos de sus madres. Los profesionales de la salud y la madre deben practicar el lavado cuidadoso de manos y el uso de máscara.

En caso de que la madre esté cursando la enfermedad y pueda amamantar a su hijo, debe hacerlo bajo estricto cuidado de no contagiar al niño con secreciones respiratorias (saliva). De no poder estar cerca del niño, debido a haber contraído la enfermedad, puede extraer su leche varias veces al día para procurar sostener su producción y continuar con su alimentación.

La alimentación con leche materna es la intervención sanitaria con menos costo económico, que consigue los mayores beneficios en la salud del ser humano desde el nacimiento. Por ello, existen una serie de medidas que los profesionales de la salud del área Materno Infantil impulsamos para proteger la salud nutritiva y emocional de los niños:

– Fomentar que los recién nacidos sean amamantados antes de la primera hora de vida;

– Permitir a las madres la internación conjunta con su hijo y practicar el contacto piel a piel (COPAP);

– Ayudar a la madre en la resolución de los problemas, como las grietas del pezón o el taponamiento de los conductos, y supervisar las contraindicaciones de la suspensión de la lactancia, ya que esta no debe interrumpirse por causas sin evidencia científica.

La madre ofrece, a través de su leche, los componentes esenciales para su hijo. La leche materna protege al niño de infecciones respiratorias y gastrointestinales, durante los primeros dos años de vida y, a largo plazo, previene algunas enfermedades crónicas en la adultez, como la obesidad, las enfermedades coronarias y la diabetes.

En caso de que la madre no pueda producir su leche, se debe tener en cuenta que muchas mujeres donan su leche a bancos de leche humana en los cuales se testea la seguridad infectológica, para poder ofrecerla a otros niños durante los primeros meses de vida.

Es importante que el mensaje que reciban las familias con respecto a la educación en lactancia sea claro y orientado a los beneficios que la misma conlleva. En este sentido, la sociedad y las leyes deben acompañar la decisión de elegir una alimentación natural para los hijos, que se inicia con la lactancia materna.

En este año tan particular, el lema elegido es “Apoyemos la lactancia por un planeta más saludable”. Desde el ámbito académico, el conocimiento implica responsabilidad y compromiso de quienes educan en salud. Formarse, capacitarse y comprometerse con la lactancia materna es nuestro principal desafío, y el mejor legado de una sociedad que respeta y ama la vida, desde su inicio.

Por la Lic. Margarita Cerrotta, profesora de Enfermería Materno Infantil de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

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